Una noche más sin dormir, sólo la sensación de tener el estomago revuelto.
Son ya las tres, sólo me quedas 3 horas para levantarme, tan solo 3 horas para que vuelva a empezar todo.
Tengo que dormir, tengo que salir de este bucle, necesito descansar, por lo menos si duermo no pienso en que solo me quedan 3 horas.
Ya son las cuatro y todo sigue igual. Bueno, igual, igual, no. El estomago mas revuelto y ya está aquí el dolor de cabeza. Me estoy empezando a poner nerviosa, solo me quedan 2 horas. Tengo ganas de llorar. Pero, ¿por qué? ¿Por qué a mí?
Son las cinco. Ya no puedo más, me voy a levantar ya, voy a prepararme el desayuno. ¿Para qué? Total, cuando llegue volveré a vomitar el desayuno.
Ya son las seis. Ya es la hora de vestirme, de nuevo, de preparar mi cuerpo y mi alma para ir a trabajar. ¡Ja, ja, ja, ja..! A trabajar, eso era antes, ahora con el nuevo jefe, a soportar amenazas, hasta insultos, comentarios racistas hacía William,…
¿Será hoy el último día? Tengo que aguantar no me puedo marchar, necesito mi sueldo para cuidar a mi familia.
No quiero pensar, pongo la tele mientras trago el desayuno, no hay una sola noticia que me infunda esperanza, soy mujer, tengo más de 40 años, si voy al paro, ¿qué será de mis hijos?
Antes de salir de casa tengo que hacer lo único que me alegra el día, voy a ver a mis chicos, están dormidos, y suspiro muy dentro. Por ellos me levanto cada la mañana y por ellos aguanto todo los días, ellos son el mañana, se merecen un futuro mejor que el que estamos construyendo.
¿Por qué aguantamos todo esto en silencio?
Nosotros somos más.
Esto va muy bien....
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