Los esqueletos bajan corrieron por la calle
agitando sus brazos quemados.
por sus ojos vacíos,
se descuelgan sueños truncados.
Niños de metralla caliente se abrazan a sus madres,
que tienen su carne levantada.
Y miles de pólvoras salvajes le arrancan trozos a dentelladas,
para dar de comer
a un millón de escombros hambrientos.
Manadas de tanques,
rugen furiosos por las avenidas.
Y por sus bocas entreabiertas se escapan,
los pájaros grises del acero
que picotean las sienes dormidas de un millón de muertos.
Ríos de sangre,
Inundan las calles olvidadas
Por donde chapotean un centenar de gaviotas
que beben miserias
que manan de la corrientes por donde fluyen las aguas podridas.
Bancos de peces sin espinas,
llenan la boca gris de las calaveras
con granadas vacías,
que explotan . Rompiendo sus dientes de piedras.
y llenando el aire,
Con huevos transparentes de donde nacen los pirañas de metal,
que clavan sus dientecillos de estrellas,
en lo mas profundo de los edificios derribados
Por una lluvia de fuego y niebla.
Entre los escombros de la angustia
caminan los calaveradas de los perros desnutridos,
paseando sus espinas dorsales al aire.
Lazando sus ladridos de metralla cortante
contra la ciudad abandonada en donde duerme la carcasa que contuvo,
el espíritu de la ultima paloma.
y tras los lejanos horizontes de alambradas y espinas
resuenan con la voz de un viejo disco de pizarra,
los fantasmas de los ecos dormidos por la melodía del tiempo.
que emergen como diminutas semillas de luna nueva,
rompiendo el germen de la noche recién nacida.
Para dejar de crecer su tallo afilado por la entrañas abiertas del silencio.
Los esqueletos de la guerra,
bajan corriendo con sus brazos quemados por las aceras.
y las luces de las farolas,
tienen forma de diminutas calaveras.
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