Son la 8:30 de una calurosa mañana de Agosto, fiel a las indicaciones de los empleados administrativos de los asuntos sociales del Ayuntamiento de Madrid, me dispongo a que se me atienda para solicitar información y una ayuda de dicho organismo. Comienzan a llegar gran cantidad de personas que piden números para sus múltiples consultas, tanto las solicitudes de ayudas a nuestros incontables ancianos como algo de dinero para un hombre andaluz que ha perdido sus papeles y quere volver a su tierra para coger un barco. Todos van pasando ante mi mirada, ya que como es mi primera entrevista tengo que esperar. Después de tres horas y media se nos comunica que solo nos pueden atender dos asistentes sociales y una de ellas estaba ocupada con una emergencia, por tanto debemos tener paciencia. La emergencia era una mujer sola marroquí con tres hijos, que había recibido malos tratos de los familiares con los que vivía aquí. Sus tristes ojos castaños con largas pestañas, que también tenían sus hijos,(una de ellas de dos añitos a la que cargaba todo el tiempo por los pasillos),te trasmitian su dura situación sin tener que hablar.Mientras un anciano chino pedía,señalando un cartel,que apareciera su asistente social, que tenía que estar a las 10 y eran las once, ante su frustración y su poca capacidad de expresarse con palabras castellanas se enfureció y tiró un cenicero. Mi compañera ecuatoriana embarazada y yo empezamos a impacientarnos, mientras veíamos salir y entrar al personal del centro que debían ir a tomar un café, no sabiamos si eran nuestras asistentes pero lo que sí parecía era que trabajaban allí. Los otros dos hombres que se encontraban esperando tenían que abandonar la pensión y necesitaban una vivienda, eran hombres devorados por el alcohol y el tiempo, personas que en su juventud declaraban haber emigrado a Francia y Alemania pero comenzaron a soltar discursos racistas cada vez más intransigentes,¡se sentian peor tratados que los propios inmigrantes que nosotros recibimos!, creándose así rivalidad entre nosotros. Por fin soy atendida por una mujer que me hace una serie de preguntas sobre mi situación personal, de una manera claramente acusadora e intimidatoria, tras unos cinco minutos se me remite a otra asistente social una semana mas tarde. Lo malo de encontrarte ante estos procedimientos burocráticos, a parte de tu pobre situación personal, es que te hacen sentir como un nº de expediente y no como un ser humano, te hacen pensar que debes avergonzarte, es como si entuvieras cometiendo un delito, justo en el lugar donde te deberian atender con comprensión, ya que ese es su trabajo, aunque les indiquen sus jefes que tienen que olvidar la esencia de este.
NOTA:¡ Ya sabeis,si os aburren vuestras vacaciones a lugares lujosos y paradisiacos, veniros con vuestros chicos bronceados y vuestras chicas de plástico, a pasar emociones fuertes a los centros sociales del ayuntamiento!.
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