La llamé de noche y se acercó sigilosamente.
La invité a soñar junto a mí, no se dejó querer,
a ella, le gusta decidir, cuando como y porqué.
Te rogué, te supliqué ¡anda déjate querer!
¡Si se puede! ¡claro que se te puede vencer!
¿Podemos amar a aquel que por su voluntad
reparte sufrimiento, tristeza y malestar
entre los que comparten su mismo lar,
promete atontarte, distraerte y envilecerte
y causa sufrimiento baldío al lidiar la suerte?
¿Podemos cantar a ese otro rey de la tortura
que predica amor, exigiendo ofrendas y dolor,
y canta a la tierra nombrando a su hijo pecador.
Al que promete, donde no la hay, una vida mejor?
¿No será mejor bailar, cuando wotan duerme?
¡Solo conozco a una Diosa! va conmigo siempre
Y me da igual que sea eterna o impermanente,
pero, de algo estoy seguro, no voy a temerte.
Cariño!! Mi vida!! ¡prefiero quererte!
Y a ti señor, “ya seas del cielo o del sol”
Lo dije tiempo atrás, yo ¿venerarte a ti?
¿por qué? ¿Cuando mitigaste mi dolor?
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