Papá me había dicho: "No te preocupes, te compraré otro, no vale la pena el esfuerzo...total, ya estaba viejo"
Pero no entendía que era mi pelota, me daba igual una pelota de una marca o de otra, nueva y reluciente o sencilla...sólo quería el balón con el que había jugado tantas veces.
Lo había mandado a la rama más alta del árbol de mi barrio en un partido con mis amigos, yo quería recuperarlo pero...
-No se puede, está demasiado lejos para nosotros. Es imposible, somos pequeñitos...jamás llegaremos- decía uno de los jugadores de barrio más asiduos.
-Nosotros no podemos, pero nuestros padres son más grandes, más listos y ¡saben de todo! seguro que ellos pueden.
Pero no...no sé si realmente no quiso o simplemente no supo cómo, pero prefirió ir a lo fácil, comprar otro nuevo; !pero yo no quería uno nuevo¡
Día tras día pasaba por el árbol, para ver si el viento me devolvía el balón con el que había pasado tanto tiempo. Pero los días pasaban y todo seguía igual, mis amigos empezaron a ir a jugar con otro niño del barrio; que tenía un balón nuevo.
Después de unos días, decidí abandonar mi balón a su suerte; quizás todo el mundo tuviera razón ¿Qué más da? no es más que una mera herramienta para pasar el rato.
Pero algo cambió de camino al parque, estaba esperando a mis dos mejores amigos cuando vi un señor mayor, un abuelo que estaba intentando recuperar el balón de su nieto tirándole una piedra para que cayera. Algo cambió en mi, invadido por una súbita oleada de ilusión esperé a mis dos amigos, hoy más que nunca amigos para mí, les dije:
-Venid, tenemos que hacer algo que debimos haber hecho desde el primer día.
Corriendo, los tres llegamos hasta el árbol que tenía prisionero mi balón; señalándolo les dije:
-Por fin vamos a recuperarlo, y volveremos a jugar con el balón de siempre.
Conseguimos una rama larga, y subidos a un banco a duras penas conseguí asirme a mis dos amigos...ya estaba cerca, un esfuerzo más y el balón volvería a ser nuestro...
-No sé si podremos, pesas mucho, !no puedoooooooo¡. Ploff. Caí encima de mis dos amigos, magullados, pensamos que el esfuerzo no habría valido para nada, pero al levantar la cabeza...el árbol no era igual, ya no tenía el balón aprisionado entre sus ramas. Radiantes de alegría, nos dimos cuenta que lo habíamos conseguido, de darnos por vencidos el balón habría quedado allí hasta que algún temporal lo hubiera liberado...pero esta vez no...habíamos liberado el balón nosotros mismos, sin ayudas de los grandes, de las personas que más saben...
-!Sí¡ ! pudimos! y con el balón entre las manos salimos corriendo los tres hacia el parque, a jugar nosotros tres con el balón que tanto esfuerzo nos había costado.
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